Preliminares en el sexo anal: pasos para hacerlos bien

 En Sexualidad

En el sexo todo vale. Siempre, si está consentido. Y entre todas las cosas que podemos disfrutar, está el sexo anal. Una manera de disfrutar de los momentos íntimos que ofrece sensaciones muy intensas y que se suele reservar para una pareja con la que existe una gran intimidad y confianza.

Pero para comenzar a tener sexo anal, es necesario preparar bien la zona. A diferencia de la vagina, que se lubrifica gracias a la estimulación, el ano es una zona que necesita ser lubricado para evitar daños. Lo mejor es dejar este tipo de relaciones para los momentos en que se tiene una mayor excitación y la situación se va encarando hacia ella.

Los preliminares

La estimulación de la zona es vital para poder practicar el sexo anal, así que hay que tomarse un tiempo para los preliminares. Hay que jugar con la zona y comenzar la estimulación poco a poco. Una buena manera es comenzar a acariciar, presionar y besar los glúteos. Esta es una zona que reacciona a los estímulos y que ayudará a preparar la relación posterior.

Esta estimulación, que va creciendo en intensidad, puede hacer que la otra persona vaya sintiéndose más cómoda ante la posibilidad de la penetración y aumente su deseo de recibirla. Pero no hay que aventurarse sin más. La lubricación es fundamental y antes de seguir, hay que utilizar un lubricante que prepare la zona.

El uso de este lubricante evitará que se produzcan roces y que se pueda dilatar bien el ano. Para ello, no hay que olvidar el juego. La colocación del lubricante es también parte del juego. Unas gotas del lubricante alrededor de la zona y el juego del dedo comenzando una suave penetración, bien empapado por el lubricante, puede hacer que la intensidad y el deseo crezcan.

El momento de la verdad

Esto ayuda a que la zona se vaya relajando, ofrezca menos resistencia y permite que la persona que está siendo acariciada vaya sintiendo crecer el placer y el deseo de ser penetrada. No hay que apresurarse y dejar que la situación fluya a su ritmo.

Cuando la zona esté preparada, ya se puede comenzar a realizar la penetración, con cuidado y siempre contando con el lubricante. Poco a poco, se puede ir entrando, sin movimientos bruscos y dejando que la zona se ajuste al momento.

Y hay que tener algo importante: al terminar, hay que revisar visualmente la zona, para detectar cualquier herida o roce que se haya podido producir durante la penetración. No debería ser nada grave, pero no está de más asegurarse después de haber pasado un buen rato practicando una de las actividades íntimas que más morbo y excitación despierta.

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